Luis Rubiales vive su enésimo capítulo deleznable al frente de la RFEF. Cada pifia termina siendo aún peor que la anterior y lo más sorprendente es que sigue al mando del máximo organismo del fútbol español. En un país en el que la acción de dimitir se convierte prácticamente en una técnica prohibida emerge la figura de Rubiales, quien lo ejemplifica a la perfección.

En el día en el que la selección femenina española salió campeona del mundo por primera vez quiso ser el protagonista, nada nuevo de su parte. Los gestos obscenos en el palco solo fueron la antesala de lo que vino minutos más tarde: el beso sin consentimiento hacia Jenni Hermoso y las posteriores declaraciones en la Cadena COPE. Ante ello se vio obligado, cómo no, a pedir disculpas de una manera para nada convincente.

Las imágenes hablan por sí mismas. Han dado la vuelta al mundo y las fuerzas políticas no han dudado en meterse de lleno ante tales anomalías que tienen la firma del presidente, Luis Rubiales. Es por ello que su cargo corre peligro, de hecho, apenas le sustentan unas territoriales que han acordado una asamblea urgente para el próximo viernes. ‘Rubi’ se quema. Le queda muy grande el puesto.