Hay imágenes en la historia que por muchos años que pasen jamás lograrán ser borradas. La mano de Dios de Maradona ante Inglaterra, Jordan y su famoso «The Last Shot» frente los Utah Jazz o Muhamah Ali gritando tras noquear a Sonny Liston son algunos ejemplos de momentos deportivos icónicos que han sido inmortalizados.

El pasado viernes se celebró en el O2 Arena de Londres un encuentro que suponía el adiós a una de las leyendas más grandes que nos regalado el deporte. Se trata de Roger Federer, probablemente el tenista más popular de la historia y una de las figuras más importantes para entender la expansión del tenis desde comienzos del siglo XXI. Además la noticia tomaba una dimensión especial, ya que se retiraba al lado de Rafa Nadal, su fiel amigo y rival durante a lo largo de más de quince años.

Despedida a la altura del mito

Para entender la imagen primero debemos entender el contexto. El suizo no se despedía en un torneo convencional del circuito atp, sino que lo hacía inmerso en la Laver Cup, una competición creada por su propia agencia que desde 2017 organiza un evento que reúne a los mejores jugadores del mundo en dos equipos. Por un lado se encuentra Europa y por el otro Resto del Mundo.

Tras aclarar con Borg (capitán del bando europeo) su incapacidad para disputar un partido de individuales, se decidió que solo jugaría en dobles. Los graves problemas de rodilla fueron la explicación de esta difícil decisión.

Pues bien, es aquí donde entra la figura de Nadal, que tenía ante sí el honor de acompañar al ocho vencedor de Wimbledon. Enfrente, la pareja estadounidense formada por Frances Tiafoe y Jack Sock trataría de derrotarles en la histórica velada. Precisamente estos últimos lograron una amarga victoria que cerró la jornada entrada ya la madrugada del sábado.

Nada más acabar, una ovación atronadora reconocía el legado del genio de Basilea. Los reconocimientos de los integrantes de ambos conjuntos fueron la antesala de una entrevista de la mano de Jim Courier en la que Roger comenzó a llorar. Sin embargo, la verdadera explosión emocional llegó durante la actuación de la cantante Ellie Goulding.

Nadal y Federer: una crónica de dolor y amor

Los acordes del «Still Falling For You» (Todavía estoy cayendo por ti) resonaban como puñales de realidad: acabábamos de vivir la última presencia de Federer como tenista profesional. El Maestro volvió a sollozar del mismo modo que un niño al que le acaban de arrebatar el juguete más preciado: el tenis. Aferrado a su mano, Nadal, su mayor rival de siempre, se mostraba desconsolado viendo como acababa el largo camino que había recorrido junto al helvético. Las lágrimas de uno se fundían con las del otro, como si fueran uno mismo, como si en cierto modo muriera una parte de cada uno. Porque cuando cierras una etapa así al lado de una persona tan especial para ti, la tristeza se funde con una especie de cariño extraño que te inunda el alma.

Ya no había había vuelta de hoja, era el fin. Ese momento que todo deportista sabe que va a llegar, y por más que se prepare para ello, sabe que haga lo que haga tendrá que combatir esa angustia. Y aunque es cierto que el dolor era inconmensurable, este sentimiento se repartía en los corazones de todos los amantes del tenis. El agradecimiento unánime de aquellos que alguna vez pudieron disfrutar de su talento infinito.

Y así como termina esta historia. Un capítulo que quedará grabado a fuego en los anales del deporte. Rafa y Roger. Nadal y Federer. Alumno y maestro. Gladiador y caballero. Dos estilos. Dos destinos. Dos campeones. Dos amigos.