Mientras Bowen le complicaba la liga al City, Ferrán, Busquets y compañía se paseaban por Getafe. El Liverpool puede mañana acercarse peligrosamente a los de Pep, mientras el Madrid, con el título en sus vitrinas, se dedica a gestionar minutos para la final de la Champions. La Premier es un Ferrari y la Liga un tractor, que ni siquiera se esfuerza por seguirle el ritmo. Dos ligas con dinámicas opuestas que, por culpa de partidos como el del Barça, cada día se encuentran más alejadas. 

 

Al Getafe el empate le valía para reservar una plaza en la Liga 22/23. Lo mismo para el Barça, que con el 0-0 se asegura prácticamente de forma matemática el segundo puesto. Es por ello que los clubes firmaron un pacto de no agresión, con un partido soporífero como resultado. 

 

Espectáculo es De Bruyne marcando un póquer estelar, no la distensión competitiva en la que viven los grandes de España. Espectáculo, al fin y al cabo, es lo que debería ser el fútbol. Y la Liga está muy lejos de darlo. 

 

Autor: Jon García Casado